En el sueño estaba en la casa de alguien que me gustaba. En apariencia la situación era confusa solo para mi. Esto me molestaba bastante pero mi estado emocional era una hoja de papel y no podía asignar demasiados recursos a eso.
Esta casa tenía un ventanal donde usualmente se veía un gran cielo. Ahora golpeaba el mar en la mayor parte de los vidrios. El cielo era una franja delgada arriba que amenazaba borrarse. La habitación tenía grandes bibliotecas. La situación era grave pero nadie parecía inquietarse. El mar estaba revuelto contra los ventanales y por algún lado filtró agua que salpicó apenas. No fue casi nada, pero el peligro inminente me generaba una presión insoportable. Pensé en voz alta «qué mierda todo» en un lugar donde nadie hablaba hace horas. Mi comentario generó caras de fastidio, alguien de la casa contestó pero no escuché bien, los demás no dijeron nada, siguieron hojeando libros sin apuro. Había una conciencia de estar en un lugar de privilegio y el miedo era algo de mal gusto.
Me sentí en falta y fui por mis cosas sin saludar a nadie. Me alejé subiendo en dirección al pueblo. Necesitaba respirar. La caminata me hizo bien. Pasé por la librería. En la mesa de novedades reconocí un título: la última vez que había estado allí era el motivo principal en un programa de la radio. En ese entonces no estaba aún a la venta. Esta continuidad me hizo sonreir y de algún modo puso todas las cosas en su lugar.