Hay canillas goteando por toda la casa. De ninguna sale agua, el sonido avisa a intervalos de reloj que debo reparar o encarar un asunto. El tiempo de evasión es limitado. El goteo es música implacable. Ignorar es tentador, funciona como deporte. Validar cada paso es adicional a la tarea. Camino y mi andar no se escucha en los pasillos. Como si lo hiciera en un residencial de ancianos con alto volumen de televisores estratégicamente ubicados.