En otro orden cosas, una original banda de ladrones obligó al escritor Jaime Rodeiro a robar, a punta de pistola, en los principales locales que participaron de La Noche De Las Librerías.
El infortunado autor de Perplejidad aleatoria y No se vale debió compartir una gira delictiva con los malhechores buena parte de la noche y rendir cuentas del botín a la salida de cada uno. En más de una ocasión, sin moverse del auto donde vigilaban y cuando la cantidad de dinero no les parecía satisfactoria, lo hicieron volver por objetos de valor de sorprendidos clientes que, en algunos casos, reconocían al escritor sin poder acreditar lo que veían.
–Parece mentira, hace un mes más o menos le pedí un autógrafo y hoy me llevó el celular.- Comentó un joven lector, que aún impactado hacía la cola para conseguir toda su obra.
–Fue muy correcto en todo momento, pedía disculpas a cada rato, parecía lamentarlo más que nadie-. Remarcó otra cliente del local. Tiritando aún por el frío y con un toallón por abrigo, tiene ahora en sus manos su última edición.
–La pasamos mal pero vendimos bien-. Fue el comentario del encargado que resumió, tal vez sin querer, un episodio más que singular.